On July 24, 2025, the Trump administration issued an executive order on homelessness and mental health treatment, an action which raises serious concerns for those working on the front lines of housing and mental health.
Among the directives are proposals that would expand the involuntary commitment of individuals experiencing homelessness, mental illness, substance use disorder, or a combination of the three. This approach, along with language used in the order, stands in stark contrast to decades of research and on-the-ground experience.
Claim: Mental illness and substance use disorder are the root causes of homelessness.
Reality: While mental illness and substance use can contribute to housing instability, the root cause of homelessness is most often a lack of affordable housing—or an inability to afford housing at all. According to a recent report by the National Low Income Housing Coalition, Oklahomans earning minimum wage can no longer afford to rent a home. The minimum wage has remained stagnant at $7.25 since 2009, while the median rent for a modest one-bedroom apartment has increased to $876 per month. To meet typical income requirements for housing, a person would need to work more than 90 hours a week at minimum wage.
For those with prior evictions, securing housing becomes even more difficult—most landlords simply will not rent to anyone with an eviction on their record, regardless of the outcome. In 2024, over 31,000 eviction cases were filed in Oklahoma and Tulsa counties alone, adding thousands more to the list of those facing housing insecurity.
Claim: The majority of homeless individuals are addicted to drugs, have mental illness, or both.
Reality: While mental health challenges and substance use can be part of someone’s experience, they are not universal among people experiencing homelessness. In the United States, about 1 in 4 of adults experience mental illness. This rate is mirrored in Oklahoma City’s most recent Point-in-Time Count, where nearly 25% of unsheltered individuals disclosed a mental health condition.
More stark is the picture for people with severe mental illness: about 47% of all adults with such diagnoses experience homelessness at some point, compared to just 5.5% of the general population. Importantly, reported substance use among people experiencing homelessness has declined over the past five years. In Oklahoma City’s recent data, only 9% of respondents reported a substance use disorder.
Claim: Housing First fails to promote accountability, treatment, and recovery.
Reality: Housing First is one of the most well-studied and effective approaches to ending homelessness. A comprehensive review of 26 separate studies conducted by the National Low Income Housing Coalition found that Housing First programs reduced homelessness by 88% and increased housing stability by 41%, compared to more punitive, treatment-first programs.
Housing First programs meet the unique needs of each individual, providing safe, stable housing that works best for youth, families, veterans, and those with physical disabilities or mental illness. At Mental Health Association Oklahoma, our Housing First model is personalized and compassionate. Every client receives a treatment plan that meets their unique needs and includes their input. When services are voluntary and can align with an individual’s future goals, they are more likely to engage and succeed.
A fact sheet accompanying the Executive Order stated that the administration’s goal is to protect public safety, asserting that “surrendering our cities and citizens to disorder and fear is neither compassionate to the homeless nor to other citizens.” We question the compassion in policies that prioritize involuntary commitment and restrictive, one-size-fits-all responses.
True compassion begins with housing, autonomy, and human dignity. It means providing safe, stable shelter with individualized, voluntary services—not punishing people for being poor, ill, or unhoused.
As Carrie Blumert, CEO of Mental Health Association Oklahoma, affirms:
“At Mental Health Association Oklahoma, we will continue to provide humane, compassionate, and evidence-based solutions, remaining steadfast in our mission to ensure that every neighbor has access to housing, healing, and wholeness.”
We urge our elected officials and neighbors to reject fear-based narratives and support compassionate policies with proven solutions. Because everyone deserves a place to call home, and a path forward rooted in dignity and care.
Respuesta a la Orden Ejecutiva sobre las Personas sin Hogar: Lo que realmente dice la evidencia
El 24 de julio de 2025, la administración Trump emitió una orden ejecutiva sobre la falta de vivienda y el tratamiento de la salud mental, una medida que genera serias preocupaciones para quienes trabajan en primera línea en materia de vivienda y salud mental.
Entre las directivas se encuentran propuestas que ampliarían el internamiento involuntario de personas que experimentan falta de vivienda, enfermedad mental, trastorno por consumo de sustancias o una combinación de las tres. Este enfoque, junto con el lenguaje utilizado en la orden, contrasta marcadamente con décadas de investigación y experiencia práctica.
Afirmación: Las enfermedades mentales y el trastorno por consumo de sustancias son las causas fundamentales de la falta de vivienda.
Realidad: Si bien las enfermedades mentales y el consumo de sustancias pueden contribuir a la inestabilidad habitacional, la causa principal de la falta de vivienda suele ser la falta de vivienda asequible o la incapacidad de costearla. Según un informe reciente de la Coalición Nacional de Vivienda para Personas de Bajos Ingresos, los habitantes de Oklahoma que ganan el salario mínimo ya no pueden permitirse alquilar una vivienda. El salario mínimo se ha mantenido estancado en $7.25 desde 2009, mientras que el alquiler promedio de un apartamento modesto de una habitación ha aumentado a $876 al mes. Para cumplir con los requisitos de ingresos típicos para una vivienda, una persona necesitaría trabajar más de 90 horas semanales con el salario mínimo.
Para quienes han sido desalojados previamente, conseguir una vivienda se vuelve aún más difícil: muchos propietarios simplemente no alquilan a nadie con un desalojo en su historial, independientemente del resultado. En 2024, se presentaron casi 32,000 casos de desalojo en los condados de Oklahoma y Tulsa, lo que sumó a miles de personas a la lista de quienes enfrentan inseguridad habitacional.
Afirmación: La mayoría de las personas sin hogar son adictas a las drogas, padecen enfermedades mentales o ambas.
Realidad: Si bien los problemas de salud mental y el consumo de sustancias pueden ser parte de la experiencia de una persona, no son universales entre las personas sin hogar. En Estados Unidos, aproximadamente 1 de cada 4 adultos padece una enfermedad mental. Esta tasa se refleja en el último recuento puntual de la ciudad de Oklahoma, donde casi el 25 % de las personas sin hogar informaron tener una condición de salud mental.
El panorama es más desolador para las personas con enfermedades mentales graves: alrededor del 47 % de los adultos con este tipo de diagnósticos experimentan la falta de vivienda en algún momento, en comparación con tan solo el 5,5 % de la población general. Cabe destacar que el consumo de sustancias reportado entre las personas sin hogar ha disminuido en los últimos cinco años. Según datos recientes de la ciudad de Oklahoma, solo el 9 % de los encuestados reportó un trastorno por consumo de sustancias.
Afirmación: Vivienda Primero no promueve la rendición de cuentas, el tratamiento ni la recuperación.
Realidad: Vivienda Primero es uno de los enfoques más estudiados y eficaces para erradicar la falta de vivienda. Una revisión exhaustiva de 26 estudios independientes realizada por la Coalición Nacional de Vivienda para Personas de Bajos Ingresos reveló que los programas Vivienda Primero redujeron la falta de vivienda en un 88 % y aumentaron la estabilidad de la vivienda en un 41 %, en comparación con programas más punitivos que priorizan el tratamiento.
Los programas Vivienda Primero satisfacen las necesidades únicas de cada persona, proporcionando una vivienda segura y estable que se adapta mejor a jóvenes, familias, veteranos y personas con discapacidades físicas o enfermedades mentales. En la Asociación de Salud Mental de Oklahoma, nuestro modelo Vivienda Primero es personalizado y compasivo. Cada cliente recibe un plan de tratamiento que se adapta a sus necesidades específicas e incluye sus opiniones. Cuando los servicios son voluntarios y se alinean con las metas futuras de la persona, es más probable que participe y tenga éxito.
Una hoja informativa adjunta a la Orden Ejecutiva establecía que el objetivo de la administración es proteger la seguridad pública, afirmando que “entregar nuestras ciudades y ciudadanos al desorden y al miedo no es compasivo ni con las personas sin hogar ni con el resto de los ciudadanos”. Cuestionamos la compasión en las políticas que priorizan el internamiento involuntario y las respuestas restrictivas e impersonales.
La verdadera compasión comienza con la vivienda, la autonomía y la dignidad humana. Significa brindar un refugio seguro y estable con servicios individualizados y voluntarios, no castigar a las personas por ser pobres, estar enfermas o carecer de vivienda.
Como afirma Carrie Blumert, directora ejecutiva de la Asociación de Salud Mental de Oklahoma:
“En la Asociación de Salud Mental de Oklahoma, seguiremos ofreciendo soluciones humanas, compasivas y basadas en la evidencia, manteniéndonos firmes en nuestra misión de garantizar que todos los vecinos tengan acceso a la vivienda, la sanación y la plenitud”.
Instamos a nuestros funcionarios electos y vecinos a rechazar las narrativas basadas en el miedo y a apoyar políticas compasivas con soluciones comprobadas. Porque todos merecen un hogar y un camino hacia adelante basado en la dignidad y el cuidado.